
¿Alguna vez te has enfrentado a un contrato mal redactado, ambiguo o sin fuerza legal? En la práctica jurídica, los contratos son el corazón de toda relación jurídica, es decir, si fallan, todo puede derrumbarse. Por eso, entender cómo estructurar, elaborar, revisar, analizar y negociar contratos es una habilidad esencial para cualquier abogado o estudiante de Derecho que busque destacar en el ejercicio profesional.
En la abogacía cotidiana, los contratos contienen derechos, obligaciones y efectos o consecuencias. Desde un simple arrendamiento hasta un contrato de suministro, todo depende de cómo se redacten las cláusulas y se negocien las condiciones.
Las formas también importan, por lo que un error de redacción, una omisión o una interpretación errónea pueden generar nulidades, incumplimientos o litigios costosos. ¿Has pensado qué importancia tienen los contratos en una operación o proyecto? Si todo lo pactado se cumple y no existen conflictos o controversias, no tendrá tanta relevancia el contrato, es más, ni siquiera se volverá a leer. En cambio, como es lo común, cuando existen diferencias o simplemente cuando alguien quiere recordar algún aspecto del contrato, se revisa el contrato y justo en ese momento se verá lo bien o mal que estuvo redactado y negociado.
Uno de los aspectos que distingue a un buen abogado en materia de contratos del resto, es el saber anticipar o imaginar escenarios negativos o catastróficos, para poder prever esas situaciones en el clausulado del contrato.
Por eso, dominar esta materia no solo fortalece tu criterio jurídico, sino que te convierte en un abogado confiable, técnico y preventivo, capaz de proteger los intereses de tus clientes y anticipar riesgos.
5 errores frecuentes:
1. No conocer el negocio que se documentará en el contrato.
Un contrato no es solo un documento jurídico, sino la traducción legal de una operación económica o de un acuerdo real. Si el abogado desconoce cómo funciona el negocio —por ejemplo, qué se vende, cómo se entrega, cuál es el flujo de pagos o qué riesgos hay— terminará redactando cláusulas ineficaces o contradictorias.
2. Redactar sin revisar la legislación aplicable.
Cada tipo de contrato tiene bases legales específicas (Códigos Civiles, Código de Comercio, leyes especiales, normas locales, etc.). Redactar sin revisar la norma puede generar nulidades o cláusulas inválidas.
3. Usar formatos (“machotes”) sin adaptarlos al caso concreto.
Los formatos sirven solo como guía, pero cada contrato es único. Copiar y pegar sin analizar las particularidades puede causar contradicciones, vacíos o incluso obligaciones no deseadas.
4. No prever penalizaciones ni mecanismos de salida.
Los contratos deben contemplar qué ocurre si una parte incumple o desea terminar anticipadamente. Si no existen penalizaciones, la parte afectada puede quedar sin remedios efectivos.
5. Dejar de revisar anexos y documentación soporte.
Los anexos suelen contener planos, listas de precios, cronogramas, especificaciones o poderes. Si no se revisan, el abogado puede pasar por alto inconsistencias o documentos inválidos.
5 recomendaciones en la elaboración y/o revisión de cualquier contrato:
1. Redacta bien las declaraciones de cada parte.
Las declaraciones son la base del contrato: establecen quién es cada parte, qué capacidad tiene y qué antecedentes existen. Las declaraciones bien redactadas ayudan a entender el espíritu del contrato. 
2. Define claramente el objeto y la contraprestación.
El objeto es qué se obliga cada parte a hacer o entregar, y la contraprestación es qué se recibe a cambio. Ambos deben ser lícitos, posibles y determinados o determinables.
3. Cuida el lenguaje: precisión, claridad, coherencia y congruencia.
Un contrato no debe dejar lugar a interpretaciones. El lenguaje técnico, pero claro y simple, en un contrato, evita ambigüedades, confusiones en la interpretación, y sobre todo ayuda en litigios.
4. Establece consecuencias para cada incumplimiento.
Cada obligación debe tener su efecto previsto en caso de incumplimiento: penalización, interés moratorio, rescisión o indemnización. Vincular cada obligación con una consecuencia específica, de manera proporcional y ejecutable.
5. Incluye mecanismos de resolución de conflictos.
Anticipar cómo se resolverán los conflictos evita procesos largos y costosos. Puede optarse por mediación, arbitraje o tribunales competentes, según el tipo de contrato.
Dominar el derecho contractual no solo te da seguridad jurídica, sino también prestigio profesional. Cada cláusula que redactas comunica tu nivel de preparación. 
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